miércoles, diciembre 23, 2009


Imagina por un instante que no eres quien eres.
Que no eres blanco, rico, (in)civilizado.
Que no somos parte de un sistema que empobrece a los pobres,
pervierte a los ricos
y envilece a los más ricos.
Ahora, ve si quieres comprar regalos
vayamos a desear unas buenas falsas fiestas.






http://www.youtube.com/watch?v=kLABXdyTswM&feature=related

sábado, diciembre 12, 2009


No haré preguntas, no habrá recuerdos, haré que tu pasado sea solo un cuento.


Olé. Oyendo sin escuchar un rumomor mientras comía, por casualidad me he fijado en la letra de una canción de la Oreja de Van Gogh. No pretendo hechar tierra sobre el grupo, porque en verdad ya me da igual. Todos sabemos que la mayor parte de lo que hoy escuchamos apesta a dinero y publicidad (sea alternativo o no, y en más o menor grado). Por eso ya me da igual. Lo que si que me importa es lo que transmiten, porque parece ser que la tendencia que tiene el ser humano de hoy en día es de interiorizar lo que le dicen sin pensarlo, ya no digo dos veces, sino una. Así que muy bien. Me gusta pensar que lo que hoy cantan las niñas es una oda a la superficialidad. Para conseguir un novio que pasear y (y de paso unos cuantos polvos de los que galardear), olvidemonos de lo que somos, no pensemos en lo que nos ha marcado, no hablemos ni nos conozcamos. Puede que quienes quieran que sean que han escrito la canción no tuviesen esa intención, probablemente sólo querían despertar en los ánimos de los fans esa necesidad de amor, recordarles lo que se siente al estar enamorado, ponerlos tontos, blanditos. Pero a mi no me valen las buenas intenciones. Quiero decir, las palabras importan más de lo que creemos. Tienen el mismo valor que los silencios que a veces interrumpimos para decir idioteces. Estoy harta de esas canciones cursis y mediocres, harta de esta vida tan Disney y tan color de rosa. Harta de que no me pueda cagar en lo que me de la gana. Niña, no digas eso. ¿Por que? Siempre he oído que las personas tenemos lo que nos merecemos. Y eso es una gran mentira. En la vida hay dos componentes, el esfuerzo, y la suerte. Sin esfuerzo, si tienes suerte te va bien. Pero la suerte se acaba. Pero sin suerte, sin una circumstancia favorable externa a ti que le de un empujón a tu trabajo, poco puedes hacer. Y lo sabemos. Así que me cago en lo que quiero. ¿Por qué no gritamos? ¿Por qué no nos enfadamos? Parece que vivimos en un estado de coma permanente. Vivimos anestesiados en una cultura en la que es mejor olvidar, ignorar. Si uno está mal, si uno está enfadado, ¿Por qué no se caga en Dios? Ese Dios debería entender que está enfadado por algo. Parece que no, parece que está mal no ser superficialmente perfecto. Parece el remedio es escuchar canciones tontas.
Estoy harta, de demasiadas cosas. Seguiré mi papel de rarita introvertida, y me cagaré en todas las circumstancias que no me son favorables.






texto: AAMAL
foto: google.